El maíz, más que un simple cultivo, es el corazón de la cultura y la gastronomía mexicana. Desde tiempos ancestrales, este grano ha nutrido tanto el cuerpo como el espíritu de la nación. Pero en las últimas décadas, el maíz también se ha convertido en el epicentro de una compleja relación comercial entre México y Estados Unidos, consolidando un vínculo económico que define gran parte de la integración de Norteamérica. Hoy, ese equilibrio enfrenta una encrucijada crítica que pone a prueba la capacidad de México para conciliar tradición e innovación, patrimonio y progreso.
El Maíz Amarillo: El Pilar Invisible de la Canasta Básica Mexicana
Mientras México es autosuficiente en la producción de maíz blanco, esencial para tortillas y otros alimentos tradicionales, el panorama es completamente distinto para el maíz amarillo. Este grano, que en su mayoría es genéticamente modificado (OGM), constituye un insumo clave para las industrias pecuaria y agroindustrial. Su importancia va más allá de la alimentación animal: es la base de productos como carne, huevo, leche y cerdo, esenciales en la dieta diaria de los mexicanos.
Actualmente, el 99% del maíz amarillo que México consume proviene de Estados Unidos, con un valor de importaciones que alcanzó los $5,300 millones de dólares en 2023. Sin este suministro, cubrir la demanda nacional sería prácticamente imposible, y los efectos inmediatos serían un aumento generalizado en los precios de productos básicos, golpeando especialmente a los sectores más vulnerables.
Una Relación de Interdependencia
México no solo depende del maíz amarillo estadounidense; también es un cliente crucial para los agricultores de estados como Iowa, Illinois, Nebraska y Missouri. De hecho, el país importa el 40% de las exportaciones de maíz amarillo de Estados Unidos, generando más de 130,000 empleos en el sector agrícola norteamericano. En 2023, México incluso se convirtió en el principal mercado de exportación agrícola de Estados Unidos, superando a China y Canadá.
Esta interdependencia ha sido un ejemplo exitoso de la integración comercial promovida por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Sin embargo, las políticas impulsadas por los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum están poniendo en riesgo este delicado balance.
El Conflicto Comercial: Una Decisión con Implicaciones Estratégicas
La decisión del gobierno mexicano de prohibir el maíz amarillo para consumo humano y restringir su uso en la alimentación animal ha desencadenado una disputa comercial bajo el T-MEC. En diciembre de 2024, un panel del tratado determinó que estas restricciones violaban las normas de acceso al mercado y carecían de fundamentos científicos.
Ahora, la presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta un dilema que definirá no solo su legado, sino también el futuro de la relación entre México y Estados Unidos. Hasta el momento, su gobierno ha anunciado la intención de elevar a rango constitucional la prohibición del maíz amarillo, una medida que podría escalar las tensiones comerciales y mantener a México en incumplimiento del T-MEC.
Los Riesgos de un Incumplimiento
Desafiar el fallo del panel del T-MEC tendría consecuencias graves para México en tres frentes principales:
- Represalias Económicas: Una administración de Donald Trump en 2025 podría imponer aranceles de hasta $5,000 millones de dólares a exportaciones clave como autopartes, aguacates y tequila. Esto no solo dañaría la economía mexicana, sino que también incrementaría los precios para consumidores estadounidenses.
- Debilitamiento en la Revisión del T-MEC: La próxima revisión del tratado en 2026 sería una oportunidad para Estados Unidos de exigir concesiones adicionales en temas como comercio automotriz y política energética, poniendo a México en una posición desventajosa.
- Pérdida de Competitividad Regional: Un incumplimiento afectaría la capacidad de Norteamérica para competir en un contexto global dominado por China y Rusia, erosionando los avances logrados en integración económica y seguridad alimentaria.
Un Momento Decisivo para México
El camino a seguir es claro pero desafiante. Para proteger la relación comercial con Estados Unidos y garantizar la estabilidad económica interna, el gobierno de Sheinbaum debe priorizar la colaboración y el cumplimiento del T-MEC. Las medidas necesarias incluyen:
- Derogar los decretos que restringen el uso del maíz amarillo.
- Abandonar los planes de prohibición constitucional del grano.
- Establecer un diálogo con Estados Unidos para explorar soluciones conjuntas basadas en la sostenibilidad agrícola y la innovación tecnológica.
Este momento representa una prueba de liderazgo para la presidenta Sheinbaum. Proteger el legado cultural del maíz no debe estar en conflicto con la integración económica que es clave para el crecimiento de México. Como bien señala el proverbio: sin maíz no hay país, pero sin integración económica no hay prosperidad.